Había
una vez un jardín donde vivían muchos animalitos de pequeñas dimensiones. Entre
los animales que allí habitaban, se había corrido la noticia de que en el
jardín había ladrones.
El
señor escarabajo que temía que su casa fuera la siguiente, pues todos sabían
que acababa de recoger su gran cosecha anual de comida, montó guardia en la
ventana para vigilar con su catalejo todo lo que se movía, y vio cómo se
acercaban a un mismo tiempo, una peligrosa araña negra y una preciosa
mariquita.
El
escarabajo hubiera ido a hablar con la mariquita, pero tenía que vigilar su
casa de la araña que se acercaba cada vez más y más. Como el escarabajo veía
perder su cosecha, armándose de valor, salió a la puerta y se encaró a ella. Le
costó algún tiempo asustarla, pero por fin consiguió que se alejara.
Cuando
el escarabajo volvió triunfante a su casa, encontró la puerta abierta y toda su
comida había desaparecido. Corrió como loco buscando evidencias del robo y a lo
lejos pudo ver como la mariquita huía con el botín.
Apenado,
fue a denunciarlo a la comisaría de policía del jardín, donde le contaron que
suponían que él sería el siguiente y por eso habían enviado como refuerzo a su
mejor agente, una araña recién llegada, pero que él había rehusado su ayuda.
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