Había
una vez un bosque encantado en el que todos los animales vivían en armonía.
Todos jugaban felices y contentos, tanto que el sol que los veía, quiso jugar con
ellos. Pero cuando bajó del cielo y se acercó, los animales no pudieron
resistir el calor y todos tuvieron que correr a cobijarse a sus casas.
Entonces,
el sol volvió a subir junto a las nubes, pero estaba tan triste que ya no
quería salir a iluminar nada, y sin sol, todo se fue apagando, el precioso
bosque se apagó y sus habitantes también.
Sabiendo
la causa que apenaba al sol, los animales se reunieron a pensar en formas de
alegrarle, hasta que alguien propuso jugar con él por la noche, cuando ya no
quemara, y así evitar sus rayos. Y así lo hicieron.
Todos
tuvieron que hacer un gran esfuerzo para descansar más durante el día y poder
jugar por la noche, pero tenían tantas ganas de alegrar a su amigo el sol, que
nadie puso ninguna objeción, y la luz y la alegría volvieron al bosque y al
resto del mundo.
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