Había
una vez un niño, llamado Abel, que tenía tantos juguetes que no conseguía
divertirse con ellos, y ya sólo le gustaban los objetos raros y curiosos.
Un día
pasaba por una tienda antigua y vio un espejo en el escaparate que le llamó la
atención.
Al día
siguiente, volvió a la tienda con su madre y la convenció para que se lo
comprara.
Cuando
llegó a casa y se vio reflejado en el espejo, sintió que su cara se veía muy
triste.
Delante
del espejo empezó a sonreír y a hacer muecas, pero su imagen seguía siendo
desdichada.
Extrañado,
fue a comprar golosinas y volvió todo contento a verse en el espejo, pero
continuaba pareciendo alicaído.
Consiguió
todo tipo de juguetes y cachivaches, pero, aun así, no dejó de verse del mismo
modo en el espejo, así que, decepcionado, lo abandonó en una equina.
_ ¡Vaya
un espejo birrioso! - dijo. ¡Es la primera vez que veo un espejo estropeado!
Esa
misma tarde salió a la calle para jugar y comprar unas chuches, pero yendo
hacia el parque, se encontró con un niño pequeño que lloraba desconsolado.
Lo vio
tan sólo y tan apenado que fue a ver qué le pasaba. El pequeño le contó que se había
perdido. Así que, juntos se dispusieron a buscar a sus padres.
Como
el chiquillo no paraba de llorar y Abel no sabía qué hacer para animarlo, se gastó
todo su dinero en comprarle golosinas.
Después
de mucho caminar, terminaron encontrando a los padres del pequeño, que estaban
muy preocupados.
Cuando
Abel llegó al parque, se había hecho tan tarde que ya no había nadie, por lo
que dio media vuelta y volvió a su casa, sin haber jugado, sin chuches y sin
dinero.
Ya en
casa y en su habitación, le pareció ver un brillo procedente del rincón en el que
había abandonado el espejo. Se acercó y
al mirarse, se descubrió a sí mismo radiante de alegría.
Entonces
comprendió el misterio de aquel espejo, el único que reflejaba el interior de
su dueño.
Y se
dio cuenta de que verdaderamente se sentía contento de haber ayudado a aquel
niño.
Desde
entonces, cada mañana cuando se mira al espejo y no ve ese brillo especial, ya
sabe qué tiene que hacer para recuperarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario